Cultivemos la indocilidad de la inteligencia
La rebeldía inteligente o, mejor dicho una inteligencia rebelde, bien cultivada y generosa puede ser la solución
sábado, 31 de octubre de 2009
viernes, 30 de octubre de 2009
viernes, 31 de julio de 2009
La Seguridad y la Disciplina en mi pueblo
LA SEGURIDAD Y LA DISCIPLINA EN MI PUEBLO
La sana convivencia entre los pobladores de un pueblo, sean ellos natos, anejos1 o forasteros, se sustenta en acuerdos y compromisos... Significa que antes de comprometerse hay que acordar “poniendo todas las cartas sobre la mesa” para conciliar2 y resolver con conocimiento y experiencia, con apertura de mentalidad y capacidad de discusión3; por su puesto, sin dejar de lado la sana y poderosa voluntad para cumplir las obligaciones con-traídas...
Cuando éstas son burladas, bajo cualquier argumento o del modo que fuera, SURGE LA INDISPLINA... No hay pretexto que valga para justificarla...
Es un hecho, por demás evidente: todos tenemos conocimientos y/o experiencias, en mayor o menor medida. Es asunto de expresarlos y ponerlos a consideración, bajo el imperio del respeto recíproco, sin falacias ni engaños, sin mezquindades ni felonías.
Quiero decir, y así lo entiendo, que la Disciplina es el cumplimiento fiel de los compromisos psicológicos asumidos4; en primera instancia y en el mejor de los casos consigo mismo. Por ejemplo; si pertenecemos a un colectivo (Pueblo, Club, Centro Educativo, Credo...) debemos/tenemos que informarnos y hacer nuestros (apropiar) los Reglamentos, los Manuales, las Ordenanzas, las costumbres y/o participar en su mejoramiento mediante mejores ideas y mejores conductas; no burlarlos, bajo ningún pretexto.
Quienes, con argucias y suspicacias, evaden comprometerse con una causa mayoritaria o común es un genuino antisocial y, en algunos casos, un delincuente... Las causas para burlarlos o amancillarlas es materia de la Sociología, la Psicología, la Religión, la costumbre, la Honestidad, la Ética, el Honor, la Medicina, la Dignidad, la afluencia de “sangre en la cara”...
Vemos pues, que la Disciplina es un valor humano, ético-moral, que se ha devaluado hasta casi desaparecer... Entonces, es cuando sur-gen los “manejadores” de legalidades que las confunden con la ansiada y escurridiza Justicia, para lo cual se amparan o valen/cubren en vestiduras espectaculares e investiduras jerárquicas/académicas que, muchas veces, no las merecen... Si ellos, que se dicen o se los supone los más preparados, los más equilibrados, los ilustres, los notables, los doctos, son los primeros en cometer transgresiones contra principios, “Juramentos”, buenas costumbres, qué podemos decir o esperar del “grueso” de la población?... Con esta interrogante no quiero decir, de ninguna manera, que el poblador común y corriente, el pueblo, tenga que avalar, emular o transigir con tales vicios.
Bien sabemos, somos conscientes de ello, que nuestra crian-za/educación se ha desarrollado muy distante de la persuasión, si muy cercana a la imposición que no admite discusión y la amenaza que no admite consensos. Tales “métodos”, se sustentaban en la idoneidad, el ejemplo, la experiencia (edad, vivencias), el cargo, el respeto, el temor, el castigo, las propinas; de algún modo, eran/son causas de altaneras rebeldías, también de degradantes sumisiones(casi caninas)... A pesar de ello, no todo era/es malo o desechable como lo proponen ciertas corrientes psicopedagógicas extrañas a nuestras realidades, que sobredimensionan o maximizan algunos aspectos y soslayan o minimizan otros, cuya potencia sacude a los indisciplinados y libertinos que nos llevan cuesta abajo por el barranco.
Los “Derechos Humanos”, propuestos y manejados como están, deberían ser sometidos a una “balanza conductual” para verificar su peso en el comportamiento humano, tanto individual como colectivo... Que sean válidos en/para todos los estamentos y niveles ciudadanos, sociales, políticos; desde los más desposeídos e individuales hasta los poderosos e institucionales que hacen la guerra para encubrir su falta de escrúpulos, incrementar o defender sus intereses/codicias y propagar sus vicios... ¡ Reflexión profunda !.
La variedad y cantidad de las llamadas “inconductas”, son sufi-cientes para reconsiderar tales facultades o “Derechos”... Lo más que están haciendo, o se está haciendo, en su nombre, es torcer lo torcido, tolerar lo corregible, eclipsar lo luminoso, privatizar lo público, maquillar los defectos... Parece que entramos a un oscurantismo ético-moral que trasciende a las otros campos de nuestro desarrollo o evolución como sociedad humana. Acaso estamos en un proceso de involución?
No olvidemos que nuestros sistemas antropológicos, llámense hogar, escuela, tribu, barrio, sociedad, institución, iglesia, gobierno, milicia, se desarrollan jerarquizados; caracterizados por la ausencia de circunstancias y casos en los cuales sea posible la discusión y los acuerdos. Las normas y pautas que rigen el comportamiento de sus integrantes es mediante mandatos/órdenes, Leyes, Reglamentos, Códigos, Manuales,… propuestos por individuos, los menos, “ubicados arriba” lo cual les lleva a producir verticalidades imposibles de desarrollar una disciplina racional generadora de convivencias saludables, seguras y duraderas.
¡Ojo! no preconizo una disciplina sustentada en el castigo por castigar(disciplina represiva) ni ablandar los desatinos cometidos al amparo de ella5; tampoco soy partidario de una disciplina sustentada en el premio congraciante o por figurar (disciplina tolerante y permisiva y quebradisa); ambas gestan conductas indeseables (banalidades, frustraciones, traiciones, venganzas, provocaciones, enemistades, desengaños, ilicitudes, decepciones, debilidades, formas fofas, abusos y prepotencias), hasta desnaturalizar la propia naturaleza humana... Propongo una disciplina sustentada en el cumplimiento fiel de los compromisos, las responsabilidades y obligaciones asumidas en función de los acuerdos conciliados.
Para ello, aunque parezca utópico o suene a Teoría, debemos/ten-dremos que aprender y enriquecer nuestras capacidades ejemplifica-doras e intelectuales, de discernimiento, de discusión, de persuasión; es decir convertir-nos en líderes de nuestros hijos, de nuestros alumnos, de nuestros conciudadanos... Entonces, seremos un pueblo disciplinado y progresista, con bienestar físico-emocional y seguridad y; por supuesto, si no estamos contaminados por el pragmatismo inmediatista, pensar seriamente y desear de verdad un futuro mejor, tan pregonado y, a la vez, manipulado... Podremos proponer y desarrollar una saludable y soberana interdependencia en vez de seguir viviendo en la dependencia alienante.
Tendremos que y deberemos aprender a ser disciplinados; lo que nos llevará a vivir con seguridad y en Libertad... Para ello necesitamos más y mayor preparación, dinámica idoneidad, férrea voluntad, coraje, valentía; de repente reprofesionalizarnos o re-educarnos; mejor dicho desarrollar una nueva cultura para los que vienen tras nuestro, con nuestros recursos, con nuestras potencialidades/capacidades; haciéndonos inmunes a extrañas intromisiones, sutiles o agresivas.
¿Nos gusta la Libertad ?; ¡Seamos disciplinados!
¿Nos gusta la seguridad ?; ¡Seamos responsables!
“Eduquemos a los niños para no castigar a los adultos”
A. Einstein o Pitágoras
Agradezco su atención y bienvenidos sus comentarios; podrían dar origen a sesudos foros y mejoras conductuales. Por favor, enviarlos a:
JuViFlo Jul2505@msn.com.
1 Anejo. Unido o agregado a alguien o algo; con dependencia, proximidad y estrecha relación respecto a él o a ella. Propio, inherente, concerniente.
2 Conciliar.- Componer y ajustar los ánimos de quienes estaban opuestos entre sí. Conformar dos o más proposiciones o doctrinas al parecer contrarias. Granjear o ganar los ánimos y la benevolencia, o, alguna vez, el odio y aborrecimiento.
3 Discusión.- Intercambio de ideas y criterios con la finalidad de mejorarlos y rectificar conductas en función de una causa común, sin ánimo de imponer, ganar, figurar, prevale-cer; de ¿Cómo aprovechar al máximo una discusión?, por R. E. Lee; Ed. JuViFlo
4 Asumir. Atraer a sí, tomar para sí. Hacerse cargo, responsabilizarse de algo, aceptarlo. Adquirir, tomar una forma mayor.
5 Autocrítica: Debo reconocer haberla practicado en casos de impotencia, vehemencia, frustración, entusiasmos mal dosificados o, de repente, por formación no obstante estar informado...
La sana convivencia entre los pobladores de un pueblo, sean ellos natos, anejos1 o forasteros, se sustenta en acuerdos y compromisos... Significa que antes de comprometerse hay que acordar “poniendo todas las cartas sobre la mesa” para conciliar2 y resolver con conocimiento y experiencia, con apertura de mentalidad y capacidad de discusión3; por su puesto, sin dejar de lado la sana y poderosa voluntad para cumplir las obligaciones con-traídas...
Cuando éstas son burladas, bajo cualquier argumento o del modo que fuera, SURGE LA INDISPLINA... No hay pretexto que valga para justificarla...
Es un hecho, por demás evidente: todos tenemos conocimientos y/o experiencias, en mayor o menor medida. Es asunto de expresarlos y ponerlos a consideración, bajo el imperio del respeto recíproco, sin falacias ni engaños, sin mezquindades ni felonías.
Quiero decir, y así lo entiendo, que la Disciplina es el cumplimiento fiel de los compromisos psicológicos asumidos4; en primera instancia y en el mejor de los casos consigo mismo. Por ejemplo; si pertenecemos a un colectivo (Pueblo, Club, Centro Educativo, Credo...) debemos/tenemos que informarnos y hacer nuestros (apropiar) los Reglamentos, los Manuales, las Ordenanzas, las costumbres y/o participar en su mejoramiento mediante mejores ideas y mejores conductas; no burlarlos, bajo ningún pretexto.
Quienes, con argucias y suspicacias, evaden comprometerse con una causa mayoritaria o común es un genuino antisocial y, en algunos casos, un delincuente... Las causas para burlarlos o amancillarlas es materia de la Sociología, la Psicología, la Religión, la costumbre, la Honestidad, la Ética, el Honor, la Medicina, la Dignidad, la afluencia de “sangre en la cara”...
Vemos pues, que la Disciplina es un valor humano, ético-moral, que se ha devaluado hasta casi desaparecer... Entonces, es cuando sur-gen los “manejadores” de legalidades que las confunden con la ansiada y escurridiza Justicia, para lo cual se amparan o valen/cubren en vestiduras espectaculares e investiduras jerárquicas/académicas que, muchas veces, no las merecen... Si ellos, que se dicen o se los supone los más preparados, los más equilibrados, los ilustres, los notables, los doctos, son los primeros en cometer transgresiones contra principios, “Juramentos”, buenas costumbres, qué podemos decir o esperar del “grueso” de la población?... Con esta interrogante no quiero decir, de ninguna manera, que el poblador común y corriente, el pueblo, tenga que avalar, emular o transigir con tales vicios.
Bien sabemos, somos conscientes de ello, que nuestra crian-za/educación se ha desarrollado muy distante de la persuasión, si muy cercana a la imposición que no admite discusión y la amenaza que no admite consensos. Tales “métodos”, se sustentaban en la idoneidad, el ejemplo, la experiencia (edad, vivencias), el cargo, el respeto, el temor, el castigo, las propinas; de algún modo, eran/son causas de altaneras rebeldías, también de degradantes sumisiones(casi caninas)... A pesar de ello, no todo era/es malo o desechable como lo proponen ciertas corrientes psicopedagógicas extrañas a nuestras realidades, que sobredimensionan o maximizan algunos aspectos y soslayan o minimizan otros, cuya potencia sacude a los indisciplinados y libertinos que nos llevan cuesta abajo por el barranco.
Los “Derechos Humanos”, propuestos y manejados como están, deberían ser sometidos a una “balanza conductual” para verificar su peso en el comportamiento humano, tanto individual como colectivo... Que sean válidos en/para todos los estamentos y niveles ciudadanos, sociales, políticos; desde los más desposeídos e individuales hasta los poderosos e institucionales que hacen la guerra para encubrir su falta de escrúpulos, incrementar o defender sus intereses/codicias y propagar sus vicios... ¡ Reflexión profunda !.
La variedad y cantidad de las llamadas “inconductas”, son sufi-cientes para reconsiderar tales facultades o “Derechos”... Lo más que están haciendo, o se está haciendo, en su nombre, es torcer lo torcido, tolerar lo corregible, eclipsar lo luminoso, privatizar lo público, maquillar los defectos... Parece que entramos a un oscurantismo ético-moral que trasciende a las otros campos de nuestro desarrollo o evolución como sociedad humana. Acaso estamos en un proceso de involución?
No olvidemos que nuestros sistemas antropológicos, llámense hogar, escuela, tribu, barrio, sociedad, institución, iglesia, gobierno, milicia, se desarrollan jerarquizados; caracterizados por la ausencia de circunstancias y casos en los cuales sea posible la discusión y los acuerdos. Las normas y pautas que rigen el comportamiento de sus integrantes es mediante mandatos/órdenes, Leyes, Reglamentos, Códigos, Manuales,… propuestos por individuos, los menos, “ubicados arriba” lo cual les lleva a producir verticalidades imposibles de desarrollar una disciplina racional generadora de convivencias saludables, seguras y duraderas.
¡Ojo! no preconizo una disciplina sustentada en el castigo por castigar(disciplina represiva) ni ablandar los desatinos cometidos al amparo de ella5; tampoco soy partidario de una disciplina sustentada en el premio congraciante o por figurar (disciplina tolerante y permisiva y quebradisa); ambas gestan conductas indeseables (banalidades, frustraciones, traiciones, venganzas, provocaciones, enemistades, desengaños, ilicitudes, decepciones, debilidades, formas fofas, abusos y prepotencias), hasta desnaturalizar la propia naturaleza humana... Propongo una disciplina sustentada en el cumplimiento fiel de los compromisos, las responsabilidades y obligaciones asumidas en función de los acuerdos conciliados.
Para ello, aunque parezca utópico o suene a Teoría, debemos/ten-dremos que aprender y enriquecer nuestras capacidades ejemplifica-doras e intelectuales, de discernimiento, de discusión, de persuasión; es decir convertir-nos en líderes de nuestros hijos, de nuestros alumnos, de nuestros conciudadanos... Entonces, seremos un pueblo disciplinado y progresista, con bienestar físico-emocional y seguridad y; por supuesto, si no estamos contaminados por el pragmatismo inmediatista, pensar seriamente y desear de verdad un futuro mejor, tan pregonado y, a la vez, manipulado... Podremos proponer y desarrollar una saludable y soberana interdependencia en vez de seguir viviendo en la dependencia alienante.
Tendremos que y deberemos aprender a ser disciplinados; lo que nos llevará a vivir con seguridad y en Libertad... Para ello necesitamos más y mayor preparación, dinámica idoneidad, férrea voluntad, coraje, valentía; de repente reprofesionalizarnos o re-educarnos; mejor dicho desarrollar una nueva cultura para los que vienen tras nuestro, con nuestros recursos, con nuestras potencialidades/capacidades; haciéndonos inmunes a extrañas intromisiones, sutiles o agresivas.
¿Nos gusta la Libertad ?; ¡Seamos disciplinados!
¿Nos gusta la seguridad ?; ¡Seamos responsables!
“Eduquemos a los niños para no castigar a los adultos”
A. Einstein o Pitágoras
Agradezco su atención y bienvenidos sus comentarios; podrían dar origen a sesudos foros y mejoras conductuales. Por favor, enviarlos a:
JuViFlo Jul2505@msn.com.
1 Anejo. Unido o agregado a alguien o algo; con dependencia, proximidad y estrecha relación respecto a él o a ella. Propio, inherente, concerniente.
2 Conciliar.- Componer y ajustar los ánimos de quienes estaban opuestos entre sí. Conformar dos o más proposiciones o doctrinas al parecer contrarias. Granjear o ganar los ánimos y la benevolencia, o, alguna vez, el odio y aborrecimiento.
3 Discusión.- Intercambio de ideas y criterios con la finalidad de mejorarlos y rectificar conductas en función de una causa común, sin ánimo de imponer, ganar, figurar, prevale-cer; de ¿Cómo aprovechar al máximo una discusión?, por R. E. Lee; Ed. JuViFlo
4 Asumir. Atraer a sí, tomar para sí. Hacerse cargo, responsabilizarse de algo, aceptarlo. Adquirir, tomar una forma mayor.
5 Autocrítica: Debo reconocer haberla practicado en casos de impotencia, vehemencia, frustración, entusiasmos mal dosificados o, de repente, por formación no obstante estar informado...
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